miércoles, 24 de febrero de 2010
ZLATAN SALVA AL BARÇA!
Pasó en Lyon hace un año. Y la historia se repitió este martes. El Barça 'arañó' un empate a uno en la ida de octavos de final de la Champions en uno de los peores partidos de la 'era Guardiola'. Esta vez, el salvador no fue Thierry Henry, sino zlatan Ibrahimovic...
"La fama cuesta, y aquí es donde hay que aprender a ganársela... con sudor". La frase de la mítica serie televisiva de los 80 'Fama' bien podría aplicarse al regreso del Barça a la Liga de Campeones. Nadie regala nada en la vida, y ni siquiera los más grandes se libran de los malos tragos ni los momentos de debilidad. Pocas veces, desde que Pep Guardiola se hizo cargo del banquillo, lo había pasado tan mal este Barça, ni se le había visto tan contra las cuerdas. ¡Qué manera de sufrir!. El equipo azulgrana flirteó con el desastre durante casi una hora, hasta que un espigado sueco, un gigantón de 1'90 metros, le sacó del pozo cuando peor lo pasaba. En su única acción de peligro, Zlatan Ibrahimovic marcó un gol providencial que puede valer su peso en oro en la eliminatoria.
Si algo quedó claro en Stuttgart es que el camino hacia la gran final del 22 de mayo en el Santiago Bernabéu estará repleto de trampas, escollos y espinas. ¿Quién hubiera imaginado, cuando el sorteo emparejó a ambos clubs en octavos, que el Barça lo iba a pasar tan mal en Alemania?. Pues lo pasó, y mucho. Los malos presentimientos tras los dos últimos encuentros -derrota ante el Atlético (2-1) y goleada engañosa al Racing- se corroboraron en el Mercedes Benz Arena. El Barça no está fino, y mucho deberá mejorar si desea revalidar su corona de Rey de Europa.
El campeón de todos los grandes títulos en el 2009 mostró una imagen irreconocible. Lento, apático, sin ideas, ni chispa, fundido físicamente, y a merced de un rival que parecía jugar con dos o tres velocidades más. El Stuttgart evidenció que su resurrección en la Bundesliga no es fruto de la casualidad. Seis victorias en las últimas siete jornadas. Habrá que tenerlo muy en cuenta para el duelo de vuelta en el Camp Nou, dentro de dos semanas. Porque la historia no puede repetirse.
Cacau fue una pesadilla
La primera parte fue un sinvivir. El Barça salió sin tensión, e hizo justo lo contrario de lo que Pep Guardiola había pedido a sus discípulos en la víspera: mover con rapidez el balón, no perderlo, conservarlo como un tesoro, y evitar a toda costa los contragolpes alemanes. Pues bien, todo salió al revés. Y eso que en el campo estaban Márquez y el reaparecido Xavi, dos futbolistas idóneos para jugarlo con criterio. Pero ninguno de los dos tuvo precisamente su noche. El equipo demostró estar lejos de su mejor forma, y cedió a la presión de los locales. Tanto, que a la media hora ya iba a remolque en el marcador. Y podía haber encajado más goles, ya que la defensa hizo aguas con demasiada frecuencia. En uno de sus muchos despistes, Gebhart sirvió un centro desde la banda y el omnipresente Cacau, entrando en el área como una exhalación, cabeceó sin oposición a la red (1-0, 25').
Dos posibles penaltis
El panorama pintaba mal para los azulgranas. Poco después, los locales reclamaron penalty por unas manos involuntarias de Piqué en el área (28'). Nada comparado, de todos modos, con otras de Molinaro, que se 'disfrazó' de portero para desviar con el brazo bajo los palos un trallazo de Ibrahimovic en el 68'. Este fue clamoroso, pero el árbitro ni lo vio.
Valdés, providencial, se empleó a fondo para evitar el segundo en remates de Khedira (30'), el rapidísimo Cacau (32') y Pogrebnyak (41'). Y la primera ocasión del Barça tardó 41 minutos en llegar. Fue con un disparo desde la frontal de Messi que, tras ser desviado por Lehman, se estrelló en el poste.
Y aparece Ibrahimovic
Por fortuna, Ibrahimovic apareció para salvar los platos rotos. No hizo mucho más, cierto. Pero fue valiosísimo. En el 52', un balonazo colgado al área por Busquets lo cabeceó Piqué, y el sueco, solo en el punto de penalty, lo introdujo en la red con un doble remate. El primero lo rechazó Lehmann. Y, en el segundo, no perdonó (1-1).
A partir del empate, la balanza se equilibró. El Barça capeó el temporal como pudo y salió airoso. Que no es poco, visto lo visto. Dentro de quince días, tocará ganar para pasar a cuartos. Y, sobre todo, mejorar mucho. En la Champions, no hay margen para el error... y el Bernabéu espera.
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